NO TE MUERAS CON TUS MUERTOS
¿Sabes que cuando lloras a tus
muertos lloras por ti y no por ellos? Lloras porque “los perdiste”, porque no
los tienes a tu lado. Piensas que todo concluye con la muerte y crees que ellos
ya no están.
Entones si tus muertos ya no
están ¿En dónde están?
Sí, se han ido o ahora están
en otro lugar, ese lugar ¿es mejor que este? Si definitivamente ese lugar es
mejor que este, entonces ¿Por qué sufres su partida?
Cuando hayas terminado de
aceptar que ellos ya no están aquí pero aún están en otro lugar que es mejor
que este, pues allí donde están ya no están enfermos ni sufriendo entonces
dejarás de llorarlos y los recuperarás en el recuerdo para que te sigan
acompañando con la alegría de todo lo vivido.
No
te mueras con tus muertos, re-vívelos en tu corazón.
Si realmente los amabas,
vuelve a amarlos y esta vez con mayor fuerza, con mayor pureza, con mayor
entrega pues ya no habrá reproches de ningún tipo; solo el amor será la esencia
entre ustedes, entre ellos y nosotros. La esencia del amor incondicional.
Ya no los amamos por necesidad
ni por miedo. Cierto que hay dolor y que muchas son las maneras de expresarlo;
cierto es que se llora y se llora sin consuelo; mucho es el desconsuelo y
bastante la tristeza pero no te mueras
con tus muertos.
Déjalos partir como parten las
golondrinas en otoño para anidar en otros climas y volver, más numerosas y
crecidas, en otra primavera.
Déjalos volar a la fuente del
amor que ansiosos están por compartir con nosotros.
Seca tus lágrimas y ámalos. Verlos
allí es ver solo la cara de la muerte; no estamos viendo más allá, no estamos
viendo el lugar maravilloso de luz donde ahora se encuentran.
No
te mueras con tus muertos; dales honor viviendo tu vida con honor;
cuando los necesites los encontrarás en la suavidad del viento que sopla ~esas
serán sus manos en tu rostro~, la sombra
del árbol será su abrazo protegiéndote; en la luz del sol y entre la lluvia,
entre el canto de las aves susurrarán “te amo”, “te amo”.
Deja salir tus lágrimas y luego sigue adelante.
…porque me siento
impotente, sin ninguna explicación ante la muerte. Por eso confieso que me
duele en el alma la muerte de los que amo. Siento dolor y rabia, angustia,
impotencia y rebeldía. ¡Me siento acorralado! Y finalmente acepto la muerte aunque
no comprendo nada. Creo en Dios, en el Dios de amor y de la vida porque necesito
que la muerte tenga alguna explicación y algún sentido, y quiero pensar que
Dios lo sabe aunque yo lo ignore, y espero que mis muertos vivan aunque yo no
sepa cómo ni dónde.
Cuando una flor muere nace una semilla, cuando una semilla muere nace una planta… y la vida sigue su camino, más fuerte que muerte.