Estos extractos los transcribí de soliloquios del personaje "La cocinera de Castamar" en la serie del mismo nombre que Netflix transmitió durante el verano de 2021.
A veces no es suficiente con comprender, también hay que creer; aunque a veces tenemos fe en quien no debemos y cuando esto ocurre, lo único que se puede hacer es comprender para volver a creer, y de nuevo empieza el misterio.
Credo et intelligam
(San Anselmo)
Se llama sentimiento de culpa lo que te paraliza y no te deja avanzar; lo que te martiriza; aunque no lo quieras ver, ahí está, dentro de ti; pero ¿Cómo se libera uno de la culpa? reconociéndole y aceptando que forma parte de nosotros, asumiendo que esconderla no sirve para nada, que va a seguir estando y que va a dejar huella haciendo que uno se convierta en su propio verdugo sin dejar de ser víctima; si la culpa gana decidirá por ti, tomará decisiones que condenarán a los demás y te condenarán a ti para siempre; entonces, ¿Cómo liberarse de la culpa? Sacándola de su escondite, echándola, despidiéndote de ella...
Donde no llega la luz
Todos tenemos cicatrices, heridas viejas y nuevas que día a día nos recuerdan el dolor que causamos o el que nos causa la necesidad imposible de borrarlas; y no importa las veces que prometamos que no volverán a hacernos daño, porque no se puede vivir sin marcas, son el mapa sobre nuestra piel de lo que somos, aunque nadie pueda verlo y lo único que puede salvarnos es en que las transformamos.
La decisión
Los secretos forman parte de nosotros, son inevitables; por mucho que se escondan no desaparecen, solo podemos disimularlos y comportarnos como si no los tuviésemos. Como cuando el culpable descubre que para ser inocente solo basta con parecerlo. A veces es necesario confiarle el secreto a alguien y con él le entregas tu libertad, porque lo más valioso de un secreto es que nunca salga a la luz.
Lo que no será.
Toda luz tiene su sombra, un territorio de tinieblas donde habita lo que deseamos de verdad; como todo territorio inexplorado, las sombras esconden tesoros, pero por mucho oro que haya en ellas no dejan de ser sombras, llenas de oscuridad, de inquinas, de incertidumbres. Es la luz la que nos deslumbra, la que ilumina el camino por el que transitamos, pero son las sombras las que nos definen; es allí, donde no llega la luz, donde reside el alma, lo que queremos, lo que perseguimos, lo que escondemos, lo que somos de verdad.
No son ciegos los que no ven; sino los que caminan entre tinieblas, tanteando los muros que delimitan el camino, caminando con pasitos cortos y temblorosos; son ciegos los que no saben que suelo pisan, los que no sabe cual es su lugar; hasta que alguien enciende una vela e ilumina el sitio que por fin debemos ocupar. Solo hay un sitio para cada uno aunque nos impidan ocuparlos con todas las fuerzas, pero nunca nadie derrotará nuestro instinto, el instinto de ocupar, por fin, nuestro sitio, el nuestro, el único donde podemos ser felices.
el lugar de cada uno.