El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha es un libro excepcional; de los diálogos entre Don Quijote y Sancho se desprende una rica y excepcional filosofía de vida.
Cervantes -en el Quijote- nos enseña la importancia de tener sueños aunque parezcan imposibles o incluso que nos tachen de locos. Las reflexiones de don Quijote sobre valores, virtudes y defectos humanos [fidelidad, cortesía, honestidad, libertad, justicia, honor, solidaridad, amor...], junto a la sabiduría popular representada por Sancho Panza constituyen valiosas enseñanzas vigentes hasta nuestros días.
El ser humano se esclaviza por el lujo y las vanidades, persiguiendo riquezas como si en ellas encontrara la dicha. Más no advier te que cuanto mas tiene, mas teme perderlo, y en esa angustia se le escapa la verdadera felicidad.
Porque la dicha no está ni en el oro ni en la opulencia sino en la brisa que acaricia el rostro, en la risa sincera de un amigo, en el pan compartido con gratitud.
¡Necio es el que busca en lo externo lo que solo el alma puede hallar! La vida sencilla es el mayor tesoro y quien la comprende es el más afortunado de los hombres.
Capítulo LVIII
Advierte, Sancho ~ respondió Don Quijote ~ que hay dos maneras de hermosura: Una del alma y otra del cuerpo; la del alma campea y se muestra en el entendimiento, en la honestidad, en el buen proceder, en la liberalidad, en la buena crianza, y todas estas partes caben y pueden estar en un hombre feo; y cuando se pone la mira en esta hermosura, y no en la del cuerpo, suele nacer el amor con ímpetu y con ventajas.
Entre los pecados mayores que los hombres cometen, aunque algunos dicen que es la soberbia, yo digo que es el desagradecimiento, ateniéndome a lo que suele decirse: que de los desagradecidos está lleno el infierno. este pecado, en cuanto me ha sido posible, he procurado yo huir desde el instante que tuve uso de razón, y si no puedo pagar las buenas obras que me hacen con otras obras, pongo en su lugar los deseos de hacerlas, y cuando éstos no bastan, las publico, para que quien dice y publica las buenas obras que recibe, también las recompensara con otras.
Sábete, Sancho, que todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas; porque no es posible que el mal ni el bien sean durables, y de ahí se sigue que, habiendo durando mucho el mal, el bien esté ya cerca.
Capítulo XXXII
Unos van por el ancho campo de la ambición soberbia, otros por el de la adulación servil y baja, otros por el de la hipocresía engañosa, y algunos por el de la verdadera religión, pero yo, inclinado de mi estrella, voy por la senda de la caballería andante, (...). Mis intenciones siempre las enderezo a buenos fines que son de hacer bien a todos y mal a ninguno.
Capítulo LVIII
La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir de los hombres.
Capítulo XLII
Mira, Sancho: si tomas por medio a la virtud y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay para que tener envidia a los que padres y agüelos tienen principes y señores, porque la sangre se hereda y la virtud se conquista, y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale.
Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje, y no te desprecies de decir que vienes de labradores, porque viendo que no te avergüenzas, ninguno se pondrá a correrte, y préciate más de ser humilde virtuoso que pecador soberbio. Innumerables son aquellos que de baja estirpe nacidos, han subido a la suma dignidad pontificia e imperatoria. Y de esta verdad te pudiera traer tantos ejemplos, que te cansaran.