lunes, 10 de noviembre de 2025

LA SEGUNDA MOCHILA

esta publicación la leí en el muro de la una apreciada amiga y maestra; la conservo aquí con algunas adecuaciones al estilo. 

LA SEGUNDA MOCHILA

Cuando un niño [y un adolescente también] va a la escuela lleva siempre dos mochilas: la primera es visible; llena de libros, cuadernos, lápices y su lonchera.

    Pero la segunda es la que casi nadie ve. Ahí van sus emociones: las alegrías, los miedos, las inseguridades o los pequeños triunfos del día anterior.
    En esa mochila invisible hay una sonrisa de mamá, las palabras de ánimo de papá, entonces es ligera, llena de amor, esperanza y confianza. O lleva las lágrimas de una pelea antes de salir de casa, entonces pesa mucho; va cargada de tristeza, de soledad, de la sensación de no ser escuchado, de expectativas imposibles. 

    Esa segunda mochila dice mucho más que cualquier palabra.

    Los niños [y los adolescentes... y todas las personas] hablan con sus ojos, con sus gestos, con su silencio. Solo hay que observarlos, con amor, sin prisas.

    La segunda mochila está siempre ahí. Su contenido cambia cada día con cada experiencia. Quien ama de verdad... aprende a verla.


FIN DE LA PUBLICACIÓN

Cuando uno lee esto de la mochila la reflexión ha de llevarlo necesariamente a pensar en cualquier persona; TODOS llevamos una mochila invisible:  al trabajador(a) que va a su oficina, a los maestros cuando van a su escuela, la señora que va a los mercados por su despensa... TODOS llevamos esa segunda mochila, para verla es necesaria la empatía [ser capaces de comprender y compartir los sentimientos de los demás, ver las cosas desde la perspectiva del otro...] La empatía contribuye a un mundo equitativo y pacífico, es necesaria para expresar la compasión. Y si a la empatía le agregamos el amor entonces la segunda mochila será ligera.