esta publicación la leí en el muro de la una apreciada amiga y maestra; la conservo aquí con algunas adecuaciones al estilo.
LA SEGUNDA MOCHILA
Cuando un niño [y un adolescente también] va a la escuela lleva siempre dos mochilas: la primera es visible; llena de libros, cuadernos, lápices y su lonchera.
Pero la segunda es la que casi nadie ve. Ahí van sus emociones: las alegrías, los miedos, las inseguridades o los pequeños triunfos del día anterior.
En esa mochila invisible hay una sonrisa de mamá, las palabras de ánimo de papá, entonces es ligera, llena de amor, esperanza y confianza. O lleva las lágrimas de una pelea antes de salir de casa, entonces pesa mucho; va cargada de tristeza, de soledad, de la sensación de no ser escuchado, de expectativas imposibles.
Esa segunda mochila dice mucho más que cualquier palabra.
La segunda mochila está siempre ahí. Su contenido cambia cada día con cada experiencia. Quien ama de verdad... aprende a verla.