LOS HIJOS
Empecemos con el genial Cervantes en el Quijote
Respondió don Quijote: -Los hijos, señor, son pedazos de las entrañas de sus padres, y , así, se han de querer, o buenos o malos que sean, como se quieren las almas que nos dan vida. A los padres toca el encaminarlos desde pequeños por los pasos de la virtud, de la buena crianza y de las buenas y cristianas costumbres, para que cuando grandes sean báculo de la vejez de sus padres y gloria de su posteridad.EL ABRAZO DE UN HIJO
Hay abrazos que curan más que cualquier medicina, y uno de ellos es el abraZo de un hijo. No importa la edad que tenga, ni si sus braZos son pequeños y débiles o ya son fuertes, ese gesto tiene el poder de renovar la vida al espíritu cansado.
Cuando un hijo abraZa no lo hace solo con el cuerpo, lo hace también con gratitud y amor y forja un lazo casi imposible de romper. Ese abraZo susurra - sin palabras - "aquí estoy", "te necesito", "te amo".
Y en esos instantes, el mundo parece detenerse, los problemas se hacen pequeños, las cargas se aligeran y el alma encuentra descanso.
El abraZo de un hijo es testimonio vivo del amor de Dios.
UN HIJO NO ES SIMPLEMENTE UN RECUERDO
Un hijo que ha trascendido no es simplemente un recuerdo, aunque se haya ido, un hijo es un amor vivo.
Un hijo nunca es pasado, no es el ayer, siempre es presente; es el futuro en el que volveremos a encontrarle pues vive intacto en nuestro corazón.
Un hijo no se olvida... no muere... permanece en nuestra eternidad... su amor y su recuerdo están tatuados en lo más profundo de nuestro corazón.
Refleja nuestras palabras, nuestros anhelos de abraZar, de crecer, de vivir.
Ver a nuestros hijos es ver lo que somos y lo que aún podemos sanar; en ese espejo podemos encontrar una manera nueva de amar.