Navegando en Internet encontré en Trova y Poesía este texto que invita a la reflexión sobre el vínculo que une a un padre con su hijo y como se convierte en el mejor regalo que se puede desear. Créditos a quien corresponda.
LOS REGALOS NO HABLAN
Sentado a la entrada del granero, desgranaba mazorcas un campesino. Hasta ahí llegó su pequeño hijo y preguntó - Tata, ¿Le ayudo? Sin levantar la vista el papá contestó con preguntas: -- ¿Ya hizo su tarea? -- Sí, tata -- ¿Metió los chivos? -- Sí, tata -- ¿Recogió los huevos? -- Si, tata. Tres canastas -- ¿Acarreó el agua? -- Sí, tata. Llené tres baldes. --¿Llevó la leña que corté a su mamá? -- Sí, tatá. Dos viajes de burro. -- está bueno, ándele pues, desgrane.
Sentado y en silencio el niño comenzó a desgranar. Casi terminaban y el pequeño preguntó: Tata, ¿me da permiso de hablar con usted? -- Claro m'ijo ¿Para qué soy bueno? El niño le dijo con tristeza: -- Tata, es que mi amigo Remigio le regaló a su tatá una camisa linda. --- ¡Mmmhh! ¿El que no ayuda en nada a sus tatas? -- Sí tata, ese. -- ¿Huum! ¿Y luego? -- Mi amigo Jacinto le dió a su tata un sombrero de piel negra, muy bonito. --¡Humm! ¿El que no lleva tareas? --Sí tata, ese. --Humm ¿Y luego? -- Toribio le regaló a su tata unos zapatos de piel. --¿Huum! ¿El que lo agarraron robando huevos? -- Sí tata, ese. Y así, el niño le fue diciendo lo que sus amigos habían comprado a sus papás.
Al final el papá preguntó: -- ¿Y cuál es la preocupación, m'ijo? -- Es que yo estuve juntando para darle un regalo a usted, pero al cruzar por el puente colgante se me cayó al río la bolsita con el dinero y pues, no tengo para su regalo. -- ¿Y eso le preocupa, m'ijo? -- Sí tata, porque hoy es día del tata y yo quería darle a usted un regalo.
Aquel hombre, de manos duras y piel tostada por el sol, se levantó el sombrero, rascándose un costado de la cabeza dijo: --Despreocupese m'ijo, los regalos no hablan, no obedecen, no ayudan, se desgastan y se tiran; yo noy su tata porque usted me dé un regalo, ¡No!... tata lo soy porque lo tengo a usted. ¿Para qué quiero regalos? ... Yo le aseguro que todos esos tatas quisieran tener un hijo así como usted: obediente, respetuoso, cariñoso; pero no lo tienen, ¡lo tengo yo y es mío! y no lo tengo por un día, lo tengo por muchos años. ¿Para que quiero regalo de un día si usted es mi mejor regalo?
El niño, conmovido, se acercó y lo abrazó. Empezó a llorar diciendo: -- Tata, tata, gracias por ser mi tata. -- No m'ijito, gracias a usted por ser m'ijo.
FIN.
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