El texto llegó como muchos otros; por casualidad mientras navegaba en Internet; solamente leerlo me trajo a la menta la manera en que estoy yo amando a mis padres; ancianos ya pero independientes y siempre joviales; yo no sé si viviré los 80's y si mis hijos tendrán paciencia y ganas de amarme como lo sugiere este hermoso y aleccionador texto.
Ser viejo es muy complicado; es una etapa llena de cambios, de pérdidas y de nuevos aprendizajes; en la vejez; mucho más que en la niñez se requieren paciencia, comprensión, sabiduría, tolerancia y firmeza para acompañar en el camino "de regreso a casa" a los que nos ayudaron a crecer.
Ser padres es contener, dar sostén, acompañar en el crecimientos, ser garantes de nuestros hijos. educar, criar, amar. Somos hijos cuando nacemos y seguimos siéndolo cuando el ciclo se cierra y envejecemos; pero en la curva debemos pasar de ser cuidados a ser cuidadores, la ecuación de la protección se invierte, quienes antes velaban por nosotros hoy necesitan nuestro amparo.
COMO AMAR A NUESTROS VIEJOS
Déjalo hablar... porque hay en su pasado un tesoro lleno de verdad, de belleza, y de bien; porque en sus palabras se vierte la experiencia del tiempo y de la vida.
Déjalo vencer... en esas discusiones baladíes que a veces se suscitan, permite que triunfe porque tiene necesidad de sentirse seguro de sí mismo.
Déjalo visitar a sus viejos amigos, entre ellos se cuentan historias que re-viven sus mejores momentos -y a veces también se ríen de sus pasadas desdichas.
Déjalo contar sus historias repetidas; pon tu cara de asombro y de alegría como si fuera la primera vez que la escucharas; la vida tiene ya muy pocas novedades. Le haces feliz cuando le escuchas.
Déjalo vivir entre las cosas que ha amado; sí, esas que a veces nos parecen viejas (y muchas lo son), e inútiles (aunque para ti lo sean) pero que son parte de su vida; entre ellas ha vivido y al quitárselas le arrancas pedazos de si mismo.
Déjalo gritar cuando se equivoque, cuando se frustre; los ancianos -como los niños - tienen derecho a la comprensión; y quién mejor que tú que eres su sangre, su vida, su todo para amarle también en sus enojos.
Déjalo viajar en el automóvil de la familia cuando van de vacaciones; no quieras remordimientos de conciencia cuando tu viejo(a) no exista más.
Ayudalos a envejecer con el mismo amor con que ayudas a crecer a tus hijos; envejecer es parte de la naturaleza... sé ejemplo de paciencia, de amor y de firmeza.
Déjalos rezar como ellos saben, como les guste; los ancianos descubren la presencia de Dios en el camino que cada día recorren; en el aleteo de las aves, en el brillo del sol, en las gotas de lluvia, en esas "insignificancias" de la vida:
Sé tú testimonio de lo que está escrito "Hasta en vuestra vejez Yo seré el mismo, En tus años avanzados Yo te sostendré, Yo te cargaré y tendré para tí sustento".Los hijos no nos deben nada; no hay deuda por saldar ni por cuidados ni por estudios ni por nada; lo que los padres dan a los hijos no genera deuda alguna ni requiere "devolución" ni "pago"; si hay amor en tu corazón amalos, en la manera en que tu amor les ayude a ser felices, que tu amor se traduzca en abrazos, en cuidados; abrazalos, que tu abrazo les transmita la seguridad, que te dieron mientras crecías; que tu amor se sienta en la paciencia con la que les ayudas a vencer los retos de la tecnología.
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