domingo, 21 de abril de 2019
¡ESTOY CANSADO!
Este texto lo publicó una dama de exquisito espíritu y bondadoso corazón; además de su belleza física y su maravilloso don de gentes; Bett Rodríguez; con unas leves adaptaciones lo transcribo enseguida.
Cuando vi
esta imagen, me vi allí: debajo de la ducha, dejando caer las gotas sobre mi cuerpo mientras cerraba mi boca y lloraba en silencio después de un estresante día lleno de cansancio.
Se cansa el cuerpo, se cansa la mente, se cansa el alma. Sentir que todo te duele y al mismo tiempo no está; no existe pero te duele, te cansa y te deja una extraña sensación de vacío, de soledad. Por el motivo que sea ~ casi nunca lo averiguo ~ el empleo, la familia, los hijos, el dinero, las malas relaciones, la rutina, los amigos, esposo(a), ya sean buenos o malos... pero te cansa.
Mi mente cansada ya no se acuerda de rutinas: olvido en donde dejo la llave de la casa, pagar una cuenta importante, la contraseña de la tarjeta y hasta las cosas más simples como el día en que vivo. Y vivo sin ritmo, sin ánimo y pienso que sin motivo.
Y despierto cansado, sin ánimo pero me levanto, me pongo mi armadura y así, herido del alma y cansado, me obligo a ser el valiente, fuerte y sonriente que la sociedad espera.
Por eso, a solas, bajo la ducha, lloro; se derraman mis lágrimas -hacia afuera para que se confundan con el agua, y hacia adentro para que laven mi espíritu-, lloro para aliviar el dolor del alma, lloro allí, a solas porque allí puedo lamer mis heridas y curarlas, lloro conmigo para ser más fuerte: fuerte, valiente y sonriente como el mundo requiere.
Lloro para mantener la cordura, lloro sin la vergüenza que se supone tenemos los hombres, lloro con la certeza de que en otras casas, en otras duchas también hay otro hombre que, como yo, está llorando en silencio dejando que el agua se lleve sus dolores.
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