Yo, entre todos los hombres, soy el más afortunado.
Me fueron confiados dos hijos maravillosos: Meredith y Karin cuyas vidas transitan en los caminos del bien y en ellos mora el espíritu de compasión y de amor que ojalá se fortalezca en cada día.Aprende a amar más a tus padres aceptando con serenidad su vejez es una lectura casi obligada para complementar esta que ahora lees.
CUANDO YA NO PUEDA
Juan Ignacio Corpus
El día que esté viejo y ya no sea el mismo,
ten paciencia y compréndeme cuando derrame comida y olvide como atarme los zapatos,
recuerda las horas que pase enseñándote a hacer las mismas cosas.
Si cuando conversas conmigo repito y repito la misma historia que tú conoces de sobra como termina, no me interrumpas y escúchame.
Cuando eras pequeño, para que te durmieras, tuve que contarte miles de veces el mismo cuento hasta que cerraras tus ojitos.
Cuando estemos reunidos y sin querer haga mis necesidades; no te avergüences y comprende que no tengo la culpa de ello pues ya no puedo controlarlas.
Piensa cuantas veces te ayudé de niño y estuve pacientemente a tu lado esperando a que terminaras lo que estabas haciendo.
No me reproches porque no quiera bañarme, no me regañes por eso; recuerda los momentos que te perseguía y los mil pretextos que inventaba para hacerte mas agradable el aseo.
Acéptame y perdóname ya que el niño ahora soy yo.
Cuando me veas ignorante e inútil frente a todos los aparatos tecnológicos que yo no puedo entender, te suplico que me des solo el tiempo necesario para no lastimarme con tu sonrisa burlona.
Acuérdate que yo fui el que te enseñó tantas cosas.
Comer, vestirte y la educación para enfrentar la vida tan bien como lo haces son el producto de mi esfuerzo y mi perseverancia por ti.
Cuando en algún tiempo mientras conversamos me llegue a olvidar del tema del que estamos hablando, dame todo el tiempo que sea necesario hasta que yo recuerde; y si no puedo hacerlo, no te burles de mí. Tal vez no era importante lo que hablaba pero a mi me bastaba con que solo me escucharas en ese momento.
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Si alguna vez ya no quiero comer, no me insistas. Sé cuanto puedo hacer y cuánto no debo hacer. También comprende que con el tiempo ya no tengo dientes para morder ni gusto para sentir.
Cuando me fallen las piernas por estar cansadas de andar,
dame una mano tierna para apoyarme, como lo hice yo cuando comenzabas a caminar con tus débiles piernecitas.
Por último, cuando algún me oigas decir que ya no quiero vivir y solo desearía morir, no te enfades. Algún día entenderás que esto no tiene nada que ver con tu cariño ni con cuanto te amo.
Trata de comprender que ya no vivo, solo sobrevivo y eso no es vivir.
Siempre quise lo mejor para ti y preparado los caminos que has debido recorrer.
Piensa entonces que con el paso que me adelanto a dar estaré construyendo para ti otra ruta en otro tiempo,pero siempre contigo.
No te sientas triste o impotente por verme como me ves.
Dame tu corazón, compréndeme y apóyame como lo hice yo cuando empezaste a vivir.
De la misma manera como te he acompañado en tu sendero,
te ruego me acompañes a terminar el mío.
Dame amor y paciencia que yo te devolveré gratitud y sonrisas con el inmenso amor que tengo por ti.
fin de la publicación
Agrego enseguida una versión completa en video en la voz de Mariano Osorio y que puede disfrutar directamente en este vínculo Cuando yo ya no pueda
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