lunes, 4 de diciembre de 2017

LOS HIJOS NO ESPERAN

Conservo este texto desde mis épocas de estudiante normalista a principios de los 80's en ciudad Victoria, me lo compartió Rosario cuando le comenté que mi hija Meredith venía en camino; ahora lo transcribo y agrego al final algunos vínculos hacia versiones similares que encontré en Internet. En la fotocopia que recibí no tiene consignado el autor; al parecer es una mujer pues así se infiere de la lectura del primer octeto...

Un par de textos complementarios a este son los siguientes: Servir al Señor y De padre a hijo.  



LOS HIJOS NO ESPERAN


Hay un tiempo para necesitar la llegada del bebé,
un tiempo para consultar al médico,
un tiempo para hacer dieta y ejercicio, 
un tiempo para preparar el ajuar,
un tiempo para maravillarse de los designios de Dios sabiendo que esto es parte de la misión para la que fui creado;
un tiempo para soñar lo que será este niño cuando crezca,
un tiempo para pedirle a Dios que me enseñe a guiar al niño que llevo en mis entrañas,
un tiempo para preparar mi mente pues muy pronto llegará el tiempo que nacerá...

Porque los hijos no esperan.


  • Hay un tiempo para alimentarlo durante la noche, para cólicos y biberones,
  • hay un tiempo para mecerlo y hay un tiempo para pasearlo por la habitación,
  • un tiempo para practicar la paciencia y la abnegación,
  • un tiempo para mostrarle que su nuevo mundo es un mundo de amor, de bondad y -por hoy- de dependencia,
  • hay un tiempo para maravillarse de lo que él es, un ser divino; pues no es ni mascota, ni juguete sino una persona, un individuo, un ser creado a imagen de Dios.
  • Hay un tiempo para reflexionar acerca de mi mayordomía, para saber que no puedo poseerlo, que no es mío, que he sido elegida para cuidar de él, para amarlo, disfrutarlo, edificarlo y responder por él ante Dios. He resuelto hacer lo máximo a mi alcance...


Porque los hijos no esperan.

Hay un tiempo para tenerlo entre mis brazos y contarle las historias mas hermosas que haya oído jamás.


Un tiempo para mostrarle a Dios en la tierra, en las flores al despertar el día, en la lluvia que riega la tierra y produce frutos, al ponerse el sol en la tarde, en la inmensidad del mar, en lo perfecto y la armonía de su cuerpo; y por esto sentir asombro y descubrir a Dios Padre...

Porque los hijos no esperan. 


Hay un tiempo para atesorar cada instante fugaz de su niñez, solo dieciocho preciosos años para inspirarlo y prepararlo.

No voy a cambiar ese derecho natural por ese "plato de lentejas" llamado posición social, reputación social o reputación profesional, o por un cheque de sueldo de más.
Una hora de atención, dedicación y caricias hoy, podrá salvar de dolor mañana.

La casa nueva puede esperar, los platos pueden esperar, el carro nuevo puede esperar...

Porque los hijos no esperan.


Llegará el momento en que no habrá mas puertas que golpear,ni juguetes en la escalera, ni peleas entre ellos, ni rayones en las paredes.

Entonces podré mirar atrás con gozo y no con pesar.
Será el momento de concentrarme en un servicio fuera de mi hogar, de visitar a los enfermos, a los que han perdido a sus seres queridos, a los desanimados; para entonces dar mi servicio a los más pequeñitos.

Hay un tiempo para cantar en vez de renegar,
sonreír en vez de fruncir el ceño porque sacaron un cinco.
Un tiempo para secarse las lágrimas y reírse de su primera desilusión amorosa.

Hay un tiempo para compartir con él mis mejores actitudes, mi amor por la vida, mi alegría de tenerlo a mi lado y la paz de mi hogar.

Hay un tiempo para contestar sus preguntas, todas sus preguntas; porque quizá vendrá el momento en que no quiera escuchar mis respuestas.

Hay un tiempo para mostrarle lo hermoso del deber cumplido, de adquirir el hábito de leer; un tiempo para gozarse en la comunión y la adoración en medio de los suyos. De conocer la paz que viene con la oración...

Porque los hijos no esperan.


Hay un tiempo para verlo partir valientemente a la universidad y extrañar su manera de estar siempre alrededor de mi.

Hay un tiempo para saber que hay otras cosas y personas que atraen su interés.
Hay un tiempo de esperar su regreso al hogar con felicidad.
Hay un tiempo de volverlo a ver partir después de escuchar con interés su descripción de todo lo que acontece en el mundo.

Hay un tiempo para aceptar que tengo que aprender y enseñarle a que sea independiente, a que tenga responsabilidad, autodisciplina.

Hay un tiempo para que vea la realidad de la vida y se enfrente a ella con firmeza y valor.

Hay un tiempo de ser firme pero cariñosa, porque pronto llegará el momento de verlo partir y de soltar los lazos que lo sujetan a mi.

Hay un tiempo para que empiece a ser él...

Porque los hijos no esperan.


FIN DE LA PUBLICACIÓN.

Aquí dejo algunos vínculos a publicaciones similares a este texto. 


Hoy es el Tiempo, los hijos no esperan.

2 comentarios:

  1. Es bellísimo pero creo le faltan aún algunos versos.

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    1. Me encantaría completarlo, ojalá pudieras compartirme los que hacen falta.

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