Diciembre 12 de 2017.
Mi querido hijo:
Se acerca ya el cierre de un año más
en la vida tuya y el principio de otro que deseo tan exitoso como este que
terminas. Con riesgo de abrumarte, te ofrezco estas reflexiones que he
aprendido a lo largo de mis días con la intención de fortalecer tu espíritu:
§ Considérate un hombre bueno,
-porque lo eres- y sábete que los hombres buenos no obran para el mal.
§ No te dejes engañar por la idea
de que puedes aconsejarte solo y que conoces el camino por ti mismo; la
sabiduría popular lo expresa en la simpleza del dicho “el que no oye consejo, no llega a viejo” escucha a los demás con
atención y aprende.
§ Aprende con gusto de los demás,
y escucha con atención donde se hable de sabiduría, dicha humana, luz,
libertad, virtud, pero no confíes inmediatamente en todo, porque no todas las
nubes llevan agua ni todo lo que brilla es oro; hay quienes creen que dominan
una materia, porque hablan de ella, pero no es así hijo mío, no se tienen las
cosas por poder hablar de ellas, las palabras sólo son palabras, así que ten
cuidado cuando fluyan en forma demasiado hábil y ligera, la palabra de sabiduría sale con lentitud de la boca del hombre
prudente.
§ Desconfía de los demás tanto
como desconfías de ti mismo; dentro de nosotros vive un juez que no engaña y
cuya voz es más importante que los aplausos del mundo; cuando pienses emprender
una aventura nueva en tu vida, pregúntale, escúchalo, atiéndelo, después están
los consejos de los otros.
§ No atiendas el escándalo ni a
los escandalosos, sigue de largo en donde lo veas; la firmeza y autoridad de un
NO tiene la misma intensidad que un SI; el
ignorante grita, el sabio calla.
§ No te hablo de religión porque
tu idea de Dios te pertenece y es para ti cosa sagrada; pero estoy cierto que
en cualquier denominación e idea, Dios es sabiduría, generosidad, misericordia,
verdad, humildad… amor… te acercas a ÉL siguiendo su enseñanza.
§ Cuida de tu cuerpo, es el
templo de tu alma y de tu espíritu.
§ Obedece a la autoridad, y deja
que otros la discutan.
§ Sé recto con todo el mundo y
amable en tu trato con los demás pero no te confíes fácilmente.
§ No te mezcles en asuntos ajenos,
y los tuyos arreglalos con diligencia.
§ No adules a persona alguna, y
no te dejes adular. Honra a cada quien según su rango, y deja que se avergüence
si no lo merece.
§ No quedes debiéndole a persona
alguna pero actúa con todos como si les debieras. No quieras siempre ser
generoso, pero procura ser siempre justo.
§ Procura que tus modales sean
sencillos y correctos.
§ Si tienes algo, ayuda, y da con
gusto, y no por ello te creas superior, y si nada tienes, ten a mano un trago
de agua fresca, y no por ello te creas menos.
§ No lastimes a mujer alguna,
piensa que tu madre también lo es.
§ No digas todo lo que sabes,
pero siempre debes saber lo que dices.
§ No te sientes donde se sientan
los burlones, porque ellos son los más miserables de todas las criaturas.
§ Respeta y sigue a los hombres
piadosos, mas no a los santurrones; el hombre que tiene en su corazón verdadero amor
a Dios es como el sol que brilla y calienta, aunque no hable.
§ Como lo has hecho hasta ahora,
ayuda y honra a tu madre mientras ella viva.
Ten siempre en tu mente que te amo,
eres parte de mi espíritu y de mi vida…
RafaelMirelesCampos.
En Junio de 2024 Escribí esto para mi hijo y para mi hija... tal vez nunca lo lean pero igual lo guardo aquí mientras me animó a enviárselos por correo tradicional.
Mi amado hijo:
Te cargué durante mucho tiempo cuando estabas lastimado, cuando te emocionabas o cuando estabas cansado, te cargué cuando eras muy pequeño para que vieras lo que yo podía ver.
Te cargué durante mucho tiempo cuando estabas lastimado, cuando te emocionabas o cuando estabas cansado, te cargué cuando eras muy pequeño para que vieras lo que yo podía ver.
Y un día te bajé y ya no te volví a cargar; un día te hiciste grande, demasiado grande para caber en mis brazos, demasiado grande para descansar en mi; ahora podías ver -sin mi ayuda- más allá de lo que yo veía.
Yo no sabía que esa sería la última vez que te cargaba, lo había hecho tantas veces que se me volvió costumbre.
Ahora que eres grande espero nunca olvides que mis brazos siguen abiertos para ti, para que recargues tu cabeza en mi hombro; espero me busques cuando algo te lastime, que me llames cuando estes asustado; seguro ya no podré cargarte pero igual te abrazaré con el amor incondicional que guardo para ti.
Yo no sabía que esa sería la última vez que te cargaba, lo había hecho tantas veces que se me volvió costumbre.
Ahora que eres grande espero nunca olvides que mis brazos siguen abiertos para ti, para que recargues tu cabeza en mi hombro; espero me busques cuando algo te lastime, que me llames cuando estes asustado; seguro ya no podré cargarte pero igual te abrazaré con el amor incondicional que guardo para ti.
He aquí otras lecturas que enriquecen el espíritu.
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